Transcurridos ocho años de la publicación del Diccionario del español de México, ofrecemos ahora esta segunda edición, con algunas correcciones y cerca de diez mil artículos nuevos, que corresponden, en su gran mayoría, a vocablos documentados en nuestro Corpus del español mexicano contemporáneo (1921-1974) una o dos veces. De esa forma, el Diccionario llega a 32,630 artículos lexicográficos, con 60,826 acepciones. Habíamos pospuesto la inclusión de este vocabulario debido a la dificultad que presenta un registro tan reducido en el Corpus, muestra clara de la aleatoriedad que define a toda colección de datos lingüísticos. Los corpus -muestras seleccionadas o no- no pueden ser exhaustivos; incluso se puede afirmar que, en relación con la vasta complejidad del vocabulario de toda lengua, un corpus exhaustivo es una total imposibilidad, como lo era el trazado perfecto y completo del mapa de un imperio en el famoso cuento de Jorge Luis Borges “Del rigor en la ciencia”.
Una o dos apariciones de un vocablo en el Corpus requiere buscar mayor comprobación de su vigencia y de su significado –de su “cuño social”-, por lo que pasamos del método rigurosamente cuantitativo a un método que se podría llamar “de pepena”; es decir, teníamos que pepenar datos en donde los hubiera, ampliando así el tiempo que toman esas pesquisas. Nos ayudaron mucho los corpus que ha hecho públicos la Real Academia Española: el Corpus de referencia del español actual (CREA), que comprende textos publicados entre 1975 y 2004, el Corpus del español del siglo XXI (CORPES XXI), cuya selección de textos corresponde a los años entre 2001 y 2012 y, en menor medida, el Corpus diacrónico del español (CORDE), que reúne datos desde los primeros tiempos de la lengua española hasta 1974. Todos estos corpus cuentan con cierta cantidad de textos mexicanos y sólo consideramos éstos, pues de otra manera se desvirtuaría la vigencia mexicana del vocabulario que constituye el objetivo de nuestro diccionario. Además de estas consultas, incluimos vocablos que circulan en México y hemos podido documentar individualmente cada uno de nosotros, leyendo y escuchando a nuestros conciudadanos. Es decir, nuestros registros alcanzan ya al vocabulario mexicano del español hasta 2018.
La misma aleatoriedad del registro de nuestro Corpus se manifiesta de otra manera en los vocabularios, sobre todo, de la flora y la fauna mexicanas. A pesar de que nuestras fuentes han sido, principalmente, la obra fundamental de Maximino Martínez, Catálogo alfabético de nombres vulgares y científicos de plantas mexicanas, Biodiversidad mexicana, rica base de datos que publica la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Diversidad (CONABIO) y la Biblioteca digital de la medicina tradicional mexicana (UNAM), la gran diversidad dialectal hispánica y amerindia de nuestro país, así como el hecho de que no hemos podido comprobar en ellos los significados de varios nombres de plantas y animales –en muchos casos debido a que, en particular, Biodiversidad cataloga los nombres científicos de esos seres y no siempre sus correspondientes llamados “vulgares”- hacen que nuestro registro sea relativamente caprichoso. Problema diferente, pero de similares resultados, nos lo han planteado los vocabularios de la taxonomía biológica, de la química y la medicina. En estos casos será necesaria una revisión bien orientada y sistemática de especialistas en esos campos, que nos ayude a discernir qué vocabulario tiene uso general y conviene que conozca el lector de nuestro diccionario, y qué voces debieran corresponder, más bien, a diccionarios terminológicos especializados.
En el caso del vocabulario del derecho, agradecemos la revisión y las sugerencias que nos ha venido haciendo el doctor José Ramón Cossío Díaz.
Una virtud de esta edición es el primer registro en lexicografía mexicana de muchos vocablos coloquiales y populares bien conocidos por los mexicanos desde hace mucho tiempo pero que, debido al “sentimiento de desvío” de quienes escriben o de quienes han elaborado otros diccionarios mexicanos, motivado por una idea académica del español, no habían aparecido en otras obras.
Una empresa como la del Diccionario del español de México no se cierra nunca, precisamente porque la vida de las palabras continúa, se crean nuevas palabras, los significados se modifican, se adaptan a la vida de la sociedad. Por eso terminamos ya de preparar el Segundo corpus del español mexicano contemporáneo (1974-2018); estamos comparándolo con el anterior y explotándolo para una futura tercera edición. Siempre hemos sostenido que nuestro diccionario es el diccionario de los mexicanos y queremos que siga siéndolo.
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julio de 2019.